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Entre títeres y musgo.


Dolores Velásquez Rivas o Lola Cueto amante del teatro guiñol, el diseño de tapices y el arte del papel picado coleccionaba juguetes populares mexicanos y defendía las tradiciones populares de México, su legado es sin duda uno de los más notables del siglo XX y qué podemos no amar de todo esto.

A los 12 años asistió a la Academia de San Carlos, cuando todavía asistían principalmente hombres y fue la única mujer en el grupo con David Alfaro Siqueiros que experimentaría la pintura al aire libre como parte del temario.

Frecuentó los círculos artísticos e intelectuales, principalmente a los llamados estridentistas, rodeada de figuras como Frida Kahlo, Diego Rivera, Gabriel Fernández Ledesma, Fermín Revueltas y Germán Cueto, con quien se casaría para después vivir en París durante una temporada de 1927 a 1932.

Durante su estancia en París se acerca mucho a Angelina Beloff y es donde empieza su primer contacto con el diseño de marionetas y la formación de los grupos de titiriteros.

Al regresar a México fundó la LEAR, Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios de donde saldrían los primeros muñecos guiñol y las primeras obras de teatro. Su cuidado en las producción y el misión real de incluir un factor de educación y formación para los niños fue algo que fortalecería su inmensa pasión, teatro destinado a la alfabetización básica, con el que las niñas y los niños en la década de los 30 pudieron aprender por medio del teatro guiñol. Fue la primera en el país en fabricar títeres de guante.



Más adelante retomó la técnica del grabado, técnica en la que podemos encontrar gran parte de su obra y que le valió un gran número de exposiciones internacionales. Sorprende que sus tapices con la técnica de cadeneta y musgo no hayan sido muy populares, pero definitivamente le ganaran el buen lugar de ser única y original. Con su misma pasión e intensidad incursionó en la pintura, en obra en papel picado, que es verdaderamente espectacular y el diseño de marionetas.


Fue una mujer sensible, comprometida con México y su época. Preocupada por la inminente invasión de los juguetes despersonalizados e industrializados de plástico, dedicó gran parte de su tiempo a coleccionar y documentar las figuras y juguetes populares, pequeñas obras de arte, que captan el alma y la sutileza de los artesanos.

Lola Cueto rescató la fuerza educativa, formadora de la sensibilidad y el gusto colectivo del teatro o la artesanía, del diseño o la decoración y las lleva a su expresión social, que es también la más artística. En cada intervención que tenía se notaba un evidente compromiso social y ahí está la mayor parte de su legado.



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