Pionera en el renacer del arte moderno textil, Anni Albers ha pasado a la historia por su creatividad y su fuerte e íntimo conocimiento de los materiales y técnicas de la tejeduría trabajando de forma artesanal. Me apasiona su historia ya que para mí fue autora clave en la redefinición de la figura del artista como diseñador, además de su gran inspiración en la cultura prehispánica y su perfecta combinación con la industria moderna que trascendió las nociones de artesanía y labor propia del género femenino.
Nacida en Berlín en 1899, hija de Toni y Siegfried, Anni siempre fue la revolucionaria de la familia buscando lograr convertirse en una artista bohemia.
Sin un expediente brillante en la escuela, casi por suerte o por causa del destino, Anni logra entrar a la Bauhaus casi a regañadientes, donde inmediatamente se sintió atraída por esta institución que trajo una revolución creativa en el diseño y que incentivó, aunque sea con tono tímido, a las mujeres a participar.
En la Bauhaus, Anni Albers fue asistente de la profesora Gunta Stölz, de las pocas maestras mujeres durante ese periodo. En donde demostró un gran magisterio creando piezas de alto nivel de innovación, como un tejido insonoro, reflectante y lavable.
Ahí conoció a su esposo, Josef Albers, con quién se casaría en 1925 y por medio de quien conocería a Paul Klee y Vasili Kandinski, de quienes sería alumna por un periodo.
Tras la llegada de partido nazi en 1933 se exiliaron a los Estados Unidos y después de varios años se convirtió en la primera diseñadora en realizar una exposición monográfica en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Durante varios viajes a México, Cuba, Perú y Chile, el matrimonio desarrolló una fuerte devoción por las culturas prehispánicas de Latinoamérica. En esta etapa podemos notar claramente que los hilos de Anni se convierten en transmisores de significado. Su atracción por la continuidad entre su abstracción y la abstracción propia de estas culturas reconocía una horizontalidad civilizatoria. Admiraban la sofisticación y profundidad de pensamiento que cada objeto les transmitía. Bien dijo Josef Albers que “México es verdaderamente la tierra prometida del arte abstracto”
El impacto que México tuvo en los Albers se manifestó en sus prácticas individuales, sus textos y en estas colecciones. Sus viajes les sirvieron para repensar su propia herencia en relación con las antiguas culturas mesoamericanas.
Varios años después Anni decidió ensayar la técnica del grabado y la joyería, inspirada principalmente en todo lo que había visto en Oaxaca.
Su legado en los ámbitos del arte moderno y el diseño es invaluable, ya que abrió camino a una nueva forma de entender los textiles desde perspectivas conceptuales, técnicas y formales. Siendo creadora también de sus increíbles tejidos pictóricos. Sus escritos muestran una mente analítica, interesada en vincular su propio pensamiento a través de la complejidad del tejido con un entendimiento amplio del mundo que habitaba para trascenderlo.
Tanto el mundo del arte como el mundo de la moda no dejan de rendirle tributo y de darle el lugar que merece por derecho y talento: el núcleo creativo del movimiento modernista.
"¿Tejer? Eso lo encontraba muy blandengue –le dijo–. Yo estaba buscando un trabajo de verdad; me entregué al tejido sin entusiasmo, como la elección menos indeseable… Gradualmente las hebras prendieron mi imaginación”
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