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belenmoy

Roanna


Se despierta, viste a los niños, prepara su café y se conecta. Se acomoda el pelo antes de dar acceso a la cámara y en su extensa habilidad de contar historias, le cuenta una a su sonrisa y se sacude el mucho cansancio que le queda. Dentro del temario y tantas cosas por enseñar, solo piensa en lo mucho que quisiera volver a aprender a ser ella.


Recuerda aquella noche de tintes azules y encajes suaves mientras canta las canciones de la rutina. Recuerda las fotos, recuerda las respiraciones, sonríe y los niños le sonríen de vuelta. Habla de las reglas de la clase mientras suprime en su memoria la forma en las que las rompía aquella noche. Toma un poco de su café pero le sabe a vino verde. Roanna viene y va, va y viene, los niños le hacen preguntas y la comunicóloga se queda sin palabras, piensa en ellas pero es que como diría Roald Dahl, los adultos son criaturas llenas de caprichos y secretos.


La clase termina y mientras sigue recordando la temperatura se eleva. Se quita el suéter y descubre aquél encaje azul debajo. Aquella noche que parecía lejana era apenas de ayer, la recuerda y sonríe mientras se da cuenta de no haber apagado la cámara.



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